En un escenario marcado por transformaciones regulatorias, cambios políticos y nuevas presiones económicas, la sostenibilidad corporativa continúa consolidándose. Mientras en ciertas regiones se han atenuado las exigencias y ambiciones socioambientales, en otras se han reforzado los marcos normativos, lo que ha producido perspectivas diversas acerca de los avances en este ámbito. No obstante, la sostenibilidad no ha perdido relevancia; por el contrario, se está afianzando como un pilar estratégico en la gestión empresarial, con un énfasis creciente en la ejecución y la obtención de resultados tangibles.
La sostenibilidad corporativa evoluciona; de promesas a ejecución en 2025

Decisiones gubernamentales como la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París o la desvinculación de ciertas instituciones financieras de alianzas de descarbonización han suscitado incertidumbre en algunos sectores. Sin embargo, estos acontecimientos no han frenado la evolución global de la sostenibilidad. Las empresas siguen adaptando sus estrategias para afrontar los desafíos del mercado, impulsadas por los efectos económicos del cambio climático, las demandas de inversionistas y consumidores, así como la necesidad de reforzar su resiliencia operativa en un entorno cada vez más exigente.
El año 2025 marca un punto de inflexión. Dejaron de ser suficientes los compromisos y las declaraciones; la atención ahora recae en la ejecución. En este contexto, las organizaciones han de traducir sus objetivos en estrategias medibles y coherentes con su modelo de negocio, asegurando resultados verificables e integración efectiva en la planificación corporativa.
La sostenibilidad como pilar de competitividad
Durante la última década, diversas organizaciones han planteado metas ambiciosas en sostenibilidad sin contar con mecanismos precisos para su cumplimiento. Sin embargo, el mayor escrutinio de autoridades, consumidores e inversionistas ha limitado el margen para estrategias superficiales o desvinculadas de la realidad operativa.
En este panorama, han ganado importancia regulaciones como la Directiva de Afirmaciones Ambientales de la Unión Europea (EU Green Claims Directive) y la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD). Dichas normas imponen requisitos más estrictos de transparencia, exigiendo que las empresas respalden sus aseveraciones ambientales con datos verificables y certificaciones independientes.
Asimismo, el sector financiero ha elevado sus estándares en materia de sostenibilidad. Fondos de inversión y entidades bancarias priorizan a empresas que incorporan criterios ESG en sus operaciones, reconociendo el vínculo directo entre solidez ambiental y social, y la estabilidad económica a largo plazo. Como consecuencia, la sostenibilidad ya no es solo un asunto reputacional, sino un elemento decisivo en la asignación de capital y en las decisiones estratégicas.
La sostenibilidad integrada en la estrategia empresarial
Lejos de ser una iniciativa aislada, la sostenibilidad se incorpora cada vez más a la planificación estratégica y a las operaciones diarias. Deja de ser exclusiva de la responsabilidad social corporativa para transformarse en un criterio clave en finanzas, tecnología y gestión de riesgos.
El rol del director financiero (CFO) se ha vuelto crucial en este proceso. La necesidad de asegurar que los indicadores ESG sean rigurosos y auditables ha incrementado la profesionalización de la medición de dichos indicadores. A la par, la digitalización y el empleo de tecnologías avanzadas —como la inteligencia artificial y el análisis de datos— han facilitado la optimización de la trazabilidad en la cadena de suministro y la mejora de la eficiencia energética.
Del mismo modo, los departamentos legales y de cumplimiento han asumido un rol fundamental en la adaptación a los nuevos marcos regulatorios. La revisión de contratos con proveedores, la supervisión de la comunicación corporativa y la implementación de políticas internas en sintonía con los requisitos normativos resultan estratégicas para mitigar riesgos y prevenir sanciones.
Este proceso de integración denota un cambio estructural en la gestión empresarial. De forma similar a la digitalización y la ciberseguridad, la sostenibilidad se perfila como un componente indispensable para asegurar la resiliencia operativa y financiera.
El impacto financiero del cambio climático en la operación empresarial
Por encima de las presiones regulatorias y del mercado, el cambio climático ejerce impactos económicos directos en las empresas. Fenómenos extremos —sequías, incendios forestales e inundaciones— han interrumpido cadenas de suministro, encarecido costos de producción y generado volatilidad en los precios de insumos.
En respuesta, las organizaciones han reforzado sus estrategias de resiliencia. La diversificación de proveedores, la inversión en infraestructura capaz de resistir fenómenos climáticos y la adopción de modelos operativos más eficientes se han convertido en prioridades dentro de la planificación corporativa.
Asimismo, la habilidad de las compañías para gestionar estos desafíos ha pasado a ser un criterio decisivo en el acceso a financiamiento. Bancos e inversionistas consideran cada vez más los factores ESG en sus evaluaciones de riesgo, concediendo mejores condiciones a las entidades que cuentan con estrategias sólidas de adaptación climática. En consecuencia, la sostenibilidad no solo mitiga riesgos, sino que también refuerza la estabilidad financiera y competitiva a largo plazo.
La sostenibilidad avanza...
El 2025 no representa la pérdida de importancia de la sostenibilidad, sino su transición hacia una fase más estructurada y enfocada en la ejecución. La consolidación de los marcos regulatorios, la presión del mercado y los efectos económicos del cambio climático han modificado la forma en que las organizaciones gestionan sus estrategias ESG.
Aquellas compañías que aún perciban la sostenibilidad como un esfuerzo opcional corren el riesgo de quedarse atrás en un mercado que exige mayor transparencia, innovación y resiliencia. Integrar la sostenibilidad en la estrategia corporativa no solo facilita el cumplimiento normativo, sino que también fortalece la competitividad y la estabilidad a largo plazo.
Al margen de las fluctuaciones en las políticas gubernamentales o de normativas específicas, la sostenibilidad continúa evolucionando y afianzándose como un elemento fundamental en la gestión empresarial. En este entorno, la ejecución será el aspecto determinante que distinga a las empresas líderes en la transición hacia una economía más resiliente y sostenible.
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Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo, consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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