Publicidad

El valor del agua. Replantear su rol en la estrategia corporativa

Aunque su relevancia es indiscutible, la gestión del recurso sigue marcada por una subvaloración persistente que limita tanto la acción como la inversión necesaria para asegurar su disponibilidad.
jue 27 marzo 2025 06:03 AM
El valor del agua. Replantear su rol en la estrategia corporativa
Para avanzar hacia una gestión más estratégica del recurso, las empresas deben replantear la forma en que incorporan el agua en sus modelos operativos y en su planeación de riesgos, apunta Antonio Vizcaya Abdo.

La presión sobre los recursos hídricos del planeta se ha intensificado de forma sostenida durante las últimas décadas. Diversos factores, como la sobreexplotación de acuíferos, el incremento en los niveles de contaminación y los efectos acumulativos del cambio climático, han provocado una reducción drástica en la disponibilidad de agua dulce. De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, los recursos hídricos renovables se han reducido a la mitad desde 1970, mientras que, en paralelo, Naciones Unidas reporta que la demanda mundial de agua crece a un ritmo del 1% anual.

Publicidad

Este desajuste entre disponibilidad y demanda ha generado una situación de estrés hídrico en múltiples regiones del mundo. Se proyecta que, hacia 2050, aproximadamente el 46% del Producto Interno Bruto global estará vinculado a zonas con alto riesgo de escasez de agua. Esta condición no solo compromete el bienestar humano y la seguridad alimentaria, sino que también genera impactos directos en la productividad, la estabilidad financiera y la continuidad de operaciones en sectores estratégicos.

A pesar de la gravedad de este escenario, los niveles actuales de inversión en infraestructura hídrica, conservación y gestión sostenible del recurso siguen siendo significativamente inferiores a lo requerido. Según datos de UNICEF, lograr el acceso universal al agua potable y al saneamiento de aquí a 2030 demandaría cuadruplicar las inversiones actuales. Este cálculo, sin embargo, no contempla necesidades adicionales relacionadas con actividades económicas intensivas en agua, como la agricultura, la manufactura o la producción energética.

La escasez de agua ya está generando disrupciones tangibles en países como México, Sudáfrica y Pakistán, donde ciertas regiones han agotado sus fuentes naturales o dependen del transporte de millones de litros mediante camiones cisterna. Además de la escasez, fenómenos como las inundaciones, la degradación de ecosistemas acuáticos y los niveles crecientes de contaminación constituyen amenazas adicionales, con implicaciones severas para las comunidades locales, la salud pública, los sistemas productivos y las cadenas de suministro globales.

Valoración insuficiente, decisiones ineficientes

Uno de los principales obstáculos que impiden una gestión eficaz del agua es su valoración económica inadecuada. En la mayoría de los contextos, el precio que se paga por el agua no refleja ni su escasez relativa ni los múltiples beneficios que genera, lo que conduce a una asignación ineficiente del recurso y a una baja propensión a invertir en soluciones de largo plazo.

Esta subvaloración se traduce en una débil señal de mercado, que desalienta la innovación, la mejora tecnológica y la adopción de modelos de uso más eficientes. Además, impide que tanto gobiernos como empresas prioricen la gestión del agua en sus planes de desarrollo, marcos regulatorios o estrategias de sostenibilidad. Como resultado, el recurso permanece fuera del centro de la toma de decisiones, incluso en contextos donde ya se perciben sus efectos como limitante operativa.

En el ámbito corporativo, esta problemática se refleja en la limitada atención que muchas compañías otorgan al agua dentro de sus análisis de materialidad, en comparación con otros temas como cambio climático o emisiones de gases de efecto invernadero. Esta jerarquización, aunque comprensible desde la lógica de la descarbonización, no siempre responde a los riesgos reales que enfrentan las operaciones, especialmente en regiones con alta vulnerabilidad hídrica.

A menudo, los programas de sostenibilidad empresarial abordan el agua de forma marginal o subordinada, sin reconocer su papel central en la resiliencia organizacional. En muchos casos, se adopta un enfoque fragmentado que desconecta la gestión hídrica de otras prioridades como biodiversidad, derechos humanos o adaptación climática, desaprovechando sinergias y multiplicando ineficiencias.

Integrar el agua en la estrategia empresarial

Para avanzar hacia una gestión más estratégica del recurso, las empresas deben replantear la forma en que incorporan el agua en sus modelos operativos y en su planeación de riesgos. Esto implica considerar el agua no solo como un insumo operativo, sino como un activo estratégico que puede condicionar la viabilidad del negocio en el mediano y largo plazo.

Una primera línea de acción consiste en integrar el agua dentro de los análisis de riesgo financiero, procesos de debida diligencia y sistemas de monitoreo. Esto requiere información específica por sitio, así como herramientas que permitan identificar puntos críticos de consumo, dependencia y exposición a eventos extremos.

En segundo lugar, resulta clave mapear impactos y dependencias a lo largo de toda la cadena de valor. Desde la producción de materias primas hasta el uso final de los productos, las decisiones corporativas deben considerar la huella hídrica en cada etapa y priorizar intervenciones en las zonas con mayor vulnerabilidad o estrés.

En tercer lugar, las empresas deben participar activamente en esquemas de acción colectiva orientados a la gestión de cuencas. Esto incluye no solo inversiones compartidas en infraestructura o restauración, sino también la promoción de políticas públicas que incentiven el uso responsable y aseguren el acceso equitativo.

Asimismo, es necesario profesionalizar la comunicación en torno al agua. Los reportes corporativos deben incorporar métricas claras, indicadores comparables y narrativas que vinculen el desempeño hídrico con impactos positivos en comunidades, ecosistemas y condiciones operativas. Esto fortalece la transparencia, mejora la relación con inversionistas y facilita el acceso a capital alineado con objetivos ambientales.

Por último, gestionar el agua de manera estratégica también abre oportunidades. Existen soluciones tecnológicas en tratamiento, reúso, digitalización y captura que pueden reducir costos operativos, mitigar riesgos legales y reputacionales, y generar ventajas competitivas en sectores con alta exposición regulatoria o social.

Publicidad

El agua no puede seguir siendo tratada como un insumo abundante ni como una variable secundaria. Su disponibilidad —o escasez— define cada vez más el margen de maniobra de gobiernos, empresas y comunidades. A medida que aumentan las presiones sobre los recursos naturales, la gestión eficiente y colaborativa del agua se convierte en un factor de resiliencia estructural.

Las empresas que entiendan esta nueva realidad y adopten un enfoque integral y anticipado estarán en mejores condiciones para adaptarse a escenarios de creciente complejidad. Las que continúen subestimando el tema corren el riesgo de enfrentar interrupciones operativas, sanciones regulatorias, pérdida de valor y deterioro reputacional.

Reconocer el valor real del agua no es una cuestión ideológica ni una narrativa ambiental: es una necesidad de negocio. Actuar en consecuencia implica ajustar modelos, reasignar recursos y establecer nuevas prioridades estratégicas.

_____

Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo es consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Tags

Opinión Agua Estrategia y marketing

Publicidad