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Medidas de adaptación al cambio climático: mercado estratégico para la inversión

Eventos extremos como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas se han vuelto más frecuentes, intensos y costosos.
sáb 10 mayo 2025 07:01 AM
Medidas de adaptación al cambio climático: el nuevo mercado estratégico para la inversión
En contextos de alta exposición al cambio climático, la resiliencia se convertirá en un criterio de evaluación comparable al desempeño financiero, apunta Antonio Vizcaya Abdo.

Durante la última década, la respuesta al cambio climático ha estado dominada por la narrativa de la descarbonización. Reducir emisiones ha sido —y debe seguir siendo— una prioridad estructural. No obstante, la aceleración de impactos físicos ha puesto sobre la mesa un segundo frente igualmente urgente: la adaptación.

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Eventos extremos como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas se han vuelto más frecuentes, intensos y costosos. Tan solo en los últimos 50 años, los fenómenos climáticos extremos han generado pérdidas económicas globales superiores a los 4 billones de dólares (US$4tn), según la Organización Meteorológica Mundial.

Lo alarmante es que estos impactos seguirán incrementándose, incluso en escenarios optimistas de mitigación. La inercia climática asegura que muchos efectos del calentamiento global —como el ascenso del nivel del mar o la degradación de ecosistemas— ya están en marcha y se intensificarán en las próximas décadas.

En este contexto, la adaptación deja de ser una medida reactiva o de emergencia para consolidarse como una condición operativa y financiera. La necesidad de proteger activos físicos, asegurar continuidad operativa y gestionar nuevos tipos de riesgos está impulsando una transformación en las decisiones de inversión.

De necesidad ambiental a mercado estructural

Un reciente estudio elaborado por GIC y Bain & Company estima que el mercado global de soluciones de adaptación climática pasará de aproximadamente un billón de dólares actuales a más de cuatro billones de dólares anuales hacia 2050.

Este crecimiento no es especulativo. Surge de la presión directa que ejercen los riesgos físicos sobre sectores clave como infraestructura, vivienda, energía, agricultura, seguros y logística. Además, cerca de la mitad del crecimiento proyectado —dos billones de dólares— será atribuible exclusivamente al calentamiento global.

A diferencia de otros mercados que dependen de incentivos regulatorios, el de la adaptación está siendo impulsado por factores físicos y operativos. Su desarrollo responde a impactos reales que ya están generando disrupciones, incrementando costos y modificando patrones de inversión.

La adaptación no sustituye a la mitigación, pero sí exige una nueva lógica de asignación de capital. Ignorarla implica subestimar la magnitud de los riesgos y las implicaciones que tendrá el clima en los próximos ciclos económicos.

Una arquitectura de inversión en formación

El informe identifica seis áreas prioritarias con alto potencial de crecimiento: infraestructura resiliente, gestión del agua, respuesta ante desastres, agricultura adaptativa, análisis de riesgos climáticos y soluciones financieras. Todas ellas forman parte de una arquitectura de inversión que aún está consolidándose.

Esta nueva clase de activos incluye tecnologías como sensores meteorológicos avanzados, materiales de construcción resistentes, sistemas de enfriamiento pasivo, plataformas de análisis predictivo, seguros climáticos paramétricos, soluciones para almacenamiento de agua y componentes de infraestructura crítica.

Riesgo físico vs. lógica financiera

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que la variación esperada en el valor de mercado de estas soluciones es baja entre escenarios climáticos. En otras palabras, no se requiere saber con precisión qué trayecto tomará el clima en los próximos 25 años para construir convicción en este mercado.

La proyección base —equivalente a un calentamiento de 2.7 °C hacia finales de siglo— prevé una oportunidad de inversión acumulada que pasaría de dos a nueve billones de dólares en términos de valor empresarial para 2050.

Este diferencial revela un desfase importante entre las proyecciones financieras tradicionales y la realidad climática emergente. La mayoría de los modelos actuales aún se basan en tendencias pasadas y no integran plenamente los impactos del riesgo físico. Esta brecha analítica representa un riesgo, pero también una oportunidad. Las organizaciones que reconozcan y actúen sobre esta desconexión podrán anticipar cambios en la demanda, identificar sectores subvalorados y proteger sus portafolios frente a escenarios de disrupción creciente.

Un nuevo mandato corporativo

Para las empresas, la adaptación implica un cambio de enfoque en su estrategia operativa y financiera. Ya no se trata solo de responder a regulaciones o presiones reputacionales, sino de asegurar continuidad en entornos de alta volatilidad climática.

El costo de no actuar puede traducirse en disrupciones prolongadas, pérdida de activos, aumento en primas de seguros, interrupciones en la cadena de suministro y reducción en la capacidad productiva. Por el contrario, incorporar medidas de adaptación permite proteger ingresos, márgenes y activos estratégicos.

Además, la adaptación genera oportunidades de diferenciación. Las empresas que desarrollen soluciones climáticamente robustas podrán acceder a nuevos segmentos de mercado, fortalecer su licencia social para operar y aumentar su relevancia frente a inversionistas y clientes institucionales. En contextos de alta exposición al cambio climático, la resiliencia se convertirá en un criterio de evaluación comparable al desempeño financiero. De hecho, en muchos sectores, lo será también de supervivencia.

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Adaptación y mitigación

Es fundamental evitar una falsa dicotomía entre adaptación y mitigación. Ambos frentes deben avanzar de forma simultánea. Limitar las emisiones es indispensable para reducir los impactos a largo plazo, pero no será suficiente para evitar los efectos ya comprometidos en el corto y mediano plazo.

Retrasar las medidas de adaptación bajo la expectativa de una transición energética ordenada sería una estrategia incompleta. La evidencia científica muestra que los riesgos físicos seguirán aumentando en las próximas dos décadas, incluso bajo escenarios de mitigación ambiciosa.

Por tanto, las decisiones de inversión, planeación territorial, diseño de productos y asignación presupuestal deberán incorporar explícitamente variables climáticas físicas, junto con criterios de reducción de emisiones.

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Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo es consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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Opinión Cambio climático Inversiones Empresas

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