¿Por qué pierde fuerza la neutralidad inmediata?
El problema no es la intención de compensar, sino la complejidad de hacerlo con precisión y credibilidad. El concepto de neutralidad puede dar la impresión, a veces de forma simplificada o poco precisa, que una empresa no tiene impacto ambiental, o que ha “eliminado” sus emisiones por completo. Sin embargo, la realidad es mucho más desafiante, los proyectos de compensación varían enormemente en calidad, su capacidad de capturar o evitar emisiones no siempre es permanente o adicional, y las metodologías siguen en evolución.
Además, declarar neutralidad año tras año expone a las empresas a riesgos reputacionales (por acusaciones de greenwashing) y financieros debido a la alta volatilidad en los precios del mercado voluntario de carbono. Las dudas sobre la calidad y transparencia de algunos créditos de carbono han generado preocupación en el sector, evidenciando que las promesas de la neutralidad requieren una base técnica y narrativa robusta para ser creíbles y sostenibles en el tiempo.
De compensar a contribuir
Frente a este contexto, muchas organizaciones están reformulando su enfoque. En lugar de centrarse en “cancelar” emisiones para alcanzar una neutralidad de carbono (en general de su último año de operación), apuestan por construir una estrategia, acompañada de una narrativa, de contribución climática: invertir hoy en soluciones con impacto real, sin la presión de empatar exactamente con la huella de carbono actual.
Este enfoque, conocido en inglés como contribution claims, permite a las empresas asumir un rol activo en la financiación de soluciones climáticas, como la restauración de ecosistemas, la transición energética o la captura de carbono; incluso cuando sus propias emisiones aún no están completamente cuantificadas o reducidas. Esta visión intermedia no busca ocultar el impacto, sino construir una estrategia climática robusta y a largo plazo.
La visión de largo plazo: 'net-zero' e 'insetting'
En paralelo, continúan creciendo los compromisos con objetivos de net-zero, que implican la construcción de un plan a mediano y largo plazo de reducción profunda de emisiones propias, combinada con la remoción efectiva de carbono de la atmósfera. Alcanzar este objetivo no es simple: requiere rediseñar cadenas de suministro, procesos industriales y consumo energético. Pero cada vez más empresas lo ven como la única forma sostenible y creíble de asegurar su viabilidad financiera y competitividad en un mercado cada vez más exigente.
Otra tendencia emergente que está ganando tracción es el insetting, es decir, desarrollar proyectos climáticos dentro de la propia cadena de valor. A diferencia del offsetting tradicional (donde los créditos se generan en proyectos externos), el insetting busca impactos directos. Por ejemplo, una empresa alimentaria que reforesta áreas productoras de cacao o una automotriz que invierte en eficiencia energética para sus proveedores. Este enfoque, además de mitigar emisiones, fortalece relaciones con comunidades locales, reduce riesgos operativos vinculados a la cadena de suministro y mejora la resiliencia general del negocio.
¿Qué podrían hacer las empresas?
En este nuevo contexto, las compañías tienen la oportunidad de transitar hacia una estrategia climática más madura. Algunas recomendaciones son:
1. Priorizar contribuciones sobre claims de neutralidad: en lugar de decir “somos neutros”, es preferible explicar cómo se invierte en soluciones climáticas con visión de largo plazo.
2. Diseñar un portafolio de proyectos: diversificar la inversión en iniciativas de captura y reducción de emisiones, considerando distintos plazos, geografías y tipos de impacto.
3. Avanzar hacia el insetting: identificar oportunidades dentro de la propia cadena de valor que generen beneficios climáticos, sociales y económicos.
4. Comunicar con claridad y honestidad: explicar qué se está haciendo, por qué, con qué metodología, y cuáles son los próximos pasos. La transparencia genera credibilidad.