En un entorno global marcado por la complejidad, la incertidumbre y la necesidad urgente de responder a los grandes retos ambientales y sociales, la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad estratégica para el mundo empresarial. Por ello, hoy en día ya no basta con cumplir con normativas o adoptar prácticas aisladas de responsabilidad social, sino que las empresas deben transformar su cultura organizacional y fortalecer sus capacidades internas para actuar con visión, propósito, compromiso y coherencia a largo plazo. En este sentido, el desarrollo de competencias orientadas a la sostenibilidad juega un papel crucial.
Competencias clave para la sostenibilidad de las empresas

Estas competencias no se limitan al conocimiento técnico sobre responsabilidad social o sostenibilidad, sino que más bien se trata de habilidades transversales que permitan a las personas comprender sistemas complejos, anticipar riesgos, tomar decisiones responsables y colaborar con diversos actores (inversionistas, clientes y consumidores, empleados, autoridades y reguladores, proveedores, etc.) quienes tienen múltiples intereses o expectativas respecto de la empresa.
Entre las competencias para la sostenibilidad más relevantes se encuentra el pensamiento sistémico, es decir, la capacidad de comprender las interdependencias entre factores económicos, sociales y ambientales, así como visualizar los impactos de una acción más allá de lo inmediato. A esto se suma el pensamiento crítico, que permite cuestionar prácticas establecidas, identificar oportunidades de mejora e integrar consideraciones éticas en la toma de decisiones.
Otra competencia clave es la anticipación, que consiste en imaginar y prever posibles escenarios futuros y actuar de forma preventiva y estratégica a la vez. También es fundamental la habilidad para trabajar en equipo y colaborar con actores diversos, tanto dentro como fuera de la organización, reconociendo que los desafíos actuales requieren soluciones colectivas y multidisciplinarias. La comunicación efectiva, por su parte, permite transmitir con claridad los objetivos y avances en sostenibilidad, generando confianza entre los diversos públicos y contribuyendo a una percepción positiva de la empresa. Asimismo, la resolución de problemas complejos y la capacidad de aprendizaje continuo son esenciales para adaptarse a un entorno en constante transformación y mantenerse a la vanguardia en cuanto a la implementación de prácticas socialmente responsables.
Para las empresas, desarrollar estas competencias no solo representa una ventaja en términos de cumplimiento normativo o reputación, sino que también impulsa la innovación, permite reducir riesgos y atraer inversionistas, mejora la conexión con consumidores conscientes y contribuye a atraer y retener talento que busca trabajar en organizaciones con propósito. En otras palabras, fortalecer las competencias en sostenibilidad es una inversión estratégica con beneficios tangibles a corto y largo plazo.
Existen diversas formas de fomentar estas habilidades dentro del entorno empresarial. Una de las más efectivas es el aprendizaje basado en problemas reales, ya que involucrar a los equipos en la identificación y resolución de desafíos específicos —como reducir la huella ambiental de un proceso productivo o mejorar la inclusión en la cadena de suministro— genera un aprendizaje práctico, significativo y alineado tanto con los objetivos del negocio, como con los del desarrollo sostenible. En esta misma línea, también resulta valioso crear espacios de reflexión ética, donde se analicen dilemas que combinen intereses económicos, sociales y ambientales, fortaleciendo la conciencia moral y el compromiso con la integridad a nivel institucional, pero sobre todo a nivel individual, es decir, de cada una de las personas que la conforman.
El trabajo interdepartamental es otra vía poderosa para desarrollar una visión sistémica, al permitir que áreas como finanzas, operaciones, marketing, o recursos humanos colaboren en iniciativas sostenibles, compartiendo diversas perspectivas y conocimientos que las complementan y enriquecen. De igual forma, se pueden establecer alianzas con organizaciones de la sociedad civil, universidades o instituciones públicas, lo que genera sinergias poderosas y estimula la empatía hacia otras realidades. Adicionalmente, en contextos formativos, las simulaciones y juegos de rol pueden ofrecer experiencias inmersivas donde se ponen a prueba competencias como la negociación, la toma de decisiones en contextos inciertos y la comprensión de intereses diversos.
Además, es clave fomentar una cultura de aprendizaje continuo, facilitando el acceso a información actualizada, cursos, talleres y experiencias de formación tanto presenciales como digitales. Finalmente, identificar y reconocer a líderes internos que encarnen estas competencias ayuda a multiplicar su impacto e inspira al resto del equipo a seguir ese camino.
En definitiva, las competencias para la sostenibilidad deben ser consideradas un pilar esencial en la estrategia de cualquier organización que aspire a tener un impacto positivo y duradero, por lo que desarrollarlas es una oportunidad para construir empresas más resilientes, innovadoras y alineadas con las demandas de un mundo que exige actuar con responsabilidad social y visión de futuro. Apostar por estas capacidades es apostar por una forma de hacer negocios que genere valor económico, social y ambiental al mismo tiempo.
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Nota del editor: Jorge Reyes Iturbide es especialista en responsabilidad social empresarial y desarrollo sostenible y desde hace 20 años ha trabajado para diversas empresas y organismos nacionales e internacionales en proyectos de investigación, consultoría, desarrollo de estándares y educación ejecutiva en la materia. Actualmente es Director de Empleabilidad en la Universidad Anáhuac México. Síguelo en Twitter y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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