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Solo el 12% de empresas incluye a personas en sus metas de cadena de suministro

Una cadena que descuida la dimensión social puede avanzar en métricas climáticas, pero seguirá siendo vulnerable frente a riesgos laborales, tensiones comunitarias o pérdida de confianza en mercado.
mié 10 septiembre 2025 06:01 AM
El almacén, el corazón palpitante de la cadena de suministro
La transferencia de responsabilidades hacia proveedores sin apoyo suficiente puede generar exclusión de actores pequeños, precarización laboral o debilitamiento de comunidades, apunta Antonio Vizcaya Abdo.

El World Resources Institute presentó un análisis que identifica una brecha significativa en las estrategias de sostenibilidad de las compañías globales. De más de 1,000 metas revisadas en casi 700 empresas, únicamente 12% se centra en las personas.

La mayoría de los compromisos se enfoca en reducir emisiones o en mejorar procesos ambientales. En contraste, los objetivos relacionados con condiciones laborales, salarios justos, capacitación o diversidad son poco frecuentes.

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El dato adquiere relevancia porque las cadenas de suministro concentran el núcleo del impacto empresarial. Según el estudio, entre 80% y 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de proveedores y procesos productivos, al tiempo que millones de trabajadores dependen de estas cadenas para su estabilidad económica.

Esto muestra que la sostenibilidad no puede reducirse a indicadores ambientales. Una cadena que descuida la dimensión social puede avanzar en métricas climáticas, pero seguirá siendo vulnerable frente a riesgos laborales, tensiones comunitarias o pérdida de confianza en el mercado.

El riesgo de relaciones desiguales

El WRI señala que cerca de 90% de las metas revisadas se diseñan bajo esquemas de presión hacia los proveedores, principalmente a través de exigencias de cumplimiento. Menos de 10% incorpora un enfoque de colaboración orientado a beneficios compartidos.

Este desequilibrio es relevante porque gran parte de las cadenas globales está compuesta por pequeñas y medianas empresas. Estas operan con márgenes reducidos y con menor acceso a financiamiento, tecnología o capacidades técnicas.

La transferencia de responsabilidades hacia proveedores sin apoyo suficiente puede generar exclusión de actores pequeños, precarización laboral o debilitamiento de comunidades. Esta dinámica no solo afecta a los proveedores, también incrementa los riesgos para las empresas compradoras que dependen de ellos.

Cuando un proveedor no logra adaptarse, las consecuencias pueden ser interrupciones en el suministro, pérdida de calidad o retrasos que afectan la capacidad de cumplir compromisos climáticos. En ese sentido, la desigualdad en la cadena es también un riesgo estratégico para las corporaciones.

Una agenda centrada en las personas

El informe propone replantear el diseño de metas de sostenibilidad mediante tres preguntas. La primera es quiénes son los más afectados por la transición hacia cadenas sostenibles. La segunda es qué beneficios reciben proveedores y trabajadores al participar en esos cambios. La tercera es dónde conviene invertir para generar ventajas mutuas.

De acuerdo con la investigación, ya existen experiencias que demuestran cómo este enfoque puede aplicarse.

Mars colaboró con agricultores de menta en India y logró incrementar ingresos y productividad. Tony’s Chocolonely en África impulsa un modelo de trazabilidad y precios justos en el cacao, compartido con otras empresas para ampliar su alcance. IKEA facilitó a sus proveedores el acceso a energía renovable a través de acuerdos colectivos. En el sector textil, el Apparel Impact Institute creó un fondo de 250 millones de dólares para financiar mejoras en fábricas con resultados tanto ambientales como sociales.

Estos ejemplos muestran que integrar la dimensión social en las metas no constituye un costo adicional. Se trata de una estrategia para fortalecer la resiliencia de las cadenas, mejorar la continuidad operativa y reforzar la competitividad en mercados donde la presión regulatoria y de inversionistas es cada vez mayor.

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Un imperativo hacia 2030

El WRI plantea que de aquí a 2030 todas las grandes compañías deberían incorporar al menos una meta explícitamente centrada en las personas en sus cadenas de suministro. La demanda de transparencia por parte de reguladores, inversionistas y consumidores apunta en esa dirección y marca un nuevo estándar de desempeño.

Ignorar esta dimensión implica asumir riesgos crecientes. Las empresas que no actúen enfrentarán mayores probabilidades de interrupciones operativas, conflictos laborales y pérdida de confianza en el mercado.

En contraste, aquellas que integren metas sociales estarán en mejores condiciones para cumplir con sus compromisos climáticos, atraer capital, consolidar relaciones con proveedores y fortalecer su competitividad global.

El futuro de la sostenibilidad se definirá tanto por las reducciones de carbono como por la capacidad de las compañías de reconocer que detrás de cada producto existen trabajadores y comunidades. Incorporarlos a la estrategia no es un gesto accesorio, es una decisión empresarial que asegura resiliencia y continuidad en un entorno global cada vez más complejo.

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Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo es consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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