El metano
El metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero generado por actividades humanas, después del CO2.
Aproximadamente el 40% del metano proviene de fuentes naturales, especialmente en zonas húmedas, pero la mayoría (alrededor del 60%) está vinculada a actividades humanas como la agricultura (cría de rumiantes y cultivo de arroz), las energías fósiles (el gas natural es metano) y los desechos que se descomponen.
Su poder de calentamiento es 84 a 87 veces mayor que el del CO2 a lo largo de 20 años, pero su duración de vida es más corta, lo que lo convierte en un factor importante para intentar limitar el calentamiento a corto plazo.
Reducir las emisiones de metano "tendría un fuerte efecto de enfriamiento (o de reducción del calentamiento) a corto plazo porque las concentraciones atmosféricas de metano caerían rápidamente", explica Mathijs Harmsen, investigador de la Agencia Holandesa de Evaluación Ambiental PBL.
"Las políticas deberían centrarse en medidas más fáciles y de bajo costo, como la reducción de las fugas de gas natural", sugiere.
Por el momento, a pesar de un compromiso global para reducir las emisiones firmado por muchos países, incluidos los de la UE y Estados Unidos, la tendencia no es positiva.
"El metano está aumentando más rápido en términos relativos que cualquier otro gas de efecto invernadero importante y ahora se encuentra en niveles 2.6 veces más altos que en la época preindustrial", escribía recientemente un equipo internacional de científicos bajo los auspicios de la organización Global Carbon Project.