Este efecto ya se vio en la pasada administración de Trump, cuando se establecieron aranceles de hasta 30% sobre paneles solares importados en 2018, lo que encareció los costos para empresas que apostaban por la transición energética.
Este tipo de medidas no solo impactó a los fabricantes de energía renovable en países como China y México, sino también a las empresas estadounidenses que dependían de insumos para desarrollar proyectos de infraestructura sustentable. Según la Solar Energy Industries Association (SEIA), estos aranceles provocaron la cancelación de proyectos equivalentes a 10.5 gigavatios de capacidad solar, lo que representó una pérdida de aproximadamente 62,000 empleos en la industria entre 2018 y 2021.
Si bien, las empresas pueden reevaluar sus cadenas de suministro y apostar por insumos locales para mitigar el impacto de los aranceles, lo que podría reducir su huella de carbono por transporte, la búsqueda de nuevos proveedores también impacta en los costos operativos, lo que puede derivar en un impacto ambiental negativo si se traduce en el uso de procesos menos eficientes o insumos más contaminantes.
Durante la pasada administración de Trump, los aranceles impuestos sobre importaciones de acero y aluminio elevaron los costos de producción para sectores industriales 9% en promedio, lo que afectó a empresas que buscaban reducir su impacto ambiental, de acuerdo con el Peterson Institute for International Economics (PIIE).