Nilson Reports prevé que los pagos a comercios a través de tarjetas crecerán 43% en los próximos cinco años, desde las 776,000 millones de transacciones registradas en 2024. Y estima que cada año se emiten 6,000 millones de tarjetas en el mundo. En los últimos cinco años, el porcentaje de esta cifra que se genera a través del plástico reciclado crece.
En abril de 2021, la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lanzó la Alianza Bancaria NetZero, un proyecto global que apoya a los bancos para liderar la mitigación del cambio climático de acuerdo con los objetivos del Acuerdo de París y que ha triplicado su número de miembros desde entonces, para llegar a 128 instituciones financieras de 44 países. Y más de 345 han firmado los Principios de una Banca Responsable, más de la mitad de la industria bancaria, señala la ONU.
En México, una de las últimas iniciativas es la alianza entre Rappicard y Thales, uno de los fabricantes de tarjetas más importantes del mundo, para emitir sus tarjetas de crédito con plástico reciclado, con las que recupera desechos plásticos en zonas costeras como Quintana Roo. “Se han conformado varios consorcios a nivel mundial para generar, probar y certificar productos que estén alineados a cómo tener un menor impacto en tarjetas”, señala Danilo Ochoa, director de Ventas para Banca y Pagos de Thales en México y Centroamérica, empresa que tiene como meta lograr las cero emisiones contaminantes hacia 2040.
Desde inicios del año pasado, a través de esta alianza con Rappicard se han emitido más de 40,000 tarjetas de crédito recicladas y cada una equivale a una botella de plástico recuperado. Para cerrar el círculo, Rappicard se asoció con la firma mexicana textil Someone, Somewhere, que desde hace 10 años trabaja con artesanos textiles de comunidades indígenas del país, para producir las billeteras para guardar estas tarjetas, elaboradas también con materiales reciclados. “Desarrollamos un material propio que se llama circulum, que consiste en utilizar hilos que provienen de desecho textil”, explica Eduardo Molina, director de Asociaciones de la empresa. “Nuestros aliados recuperan este textil, lo separan por colores, lo trituran y lo vuelven hilo otra vez”.
En el caso de las carteras que llegan a los clientes de Rappicard, su origen está en manos de artesanos oaxaqueños y chiapanecos mediante técnicas de telar en pedal o también conocido como telar de chicote. “Los artesanos hacen estos metros de tela que nos envían a la Ciudad de México y nosotros confeccionamos las carteras”, agrega Molina.
Colaboraciones como las de Rappicard con Someone, Somewhere generan un impacto en las comunidades en donde se encargan este tipo de productos: “Si un artesano trabaja de tiempo completo con nuestros proyectos, puede salir de una condición de pobreza”, asegura el directivo de la empresa textil.
Y no son solo botellas o plásticos que se rescatan de los océanos, también se recicla el sobrante de la elaboración de las propias tarjetas. Los esfuerzos son amplios y vienen de parte de todos los actores de la industria.
Mastercard, por ejemplo, lanzó en 2018 su Programa de Tarjetas Sostenibles, al que se han unido 330 emisores de 80 países. Desde entonces, se han convertido más de 168 millones de tarjetas de la red en materiales reciclados y de base biológica. El pasado mes de abril, la firma dio a conocer que, a partir del 1 de enero de 2028, todas las tarjetas de plástico de nueva producción deberán fabricarse con materiales más sostenibles, incluidos plásticos reciclados o de origen biológico, como rPVC, rPET o PLA, y aprobarse a través de un programa de certificación. También anunció que ayudará a sus socios emisores durante la transición del PVC virgen.