En conferencia matutina, Sheinbaum sostuvo que “algunos de ellos están prohibidos en muchísimos lugares del mundo y aquí no había una prohibición para su uso, plaguicidas que hacen mucho daño a la salud y al medio ambiente”.
El secretario de Agricultura, Julio Berdegué, enfatizó que “nunca en la historia de México se había hecho una prohibición de este tipo y de esta magnitud”.
En la lista figuran sustancias ampliamente cuestionadas a nivel internacional, como el aldicarb (usado en caña de azúcar y cítricos), el carbofurán (prohibido ya en Canadá y Europa), el endosulfán (restringido en más de 50 países), así como el DDT que “en todo el mundo está prohibido desde los años 70, (aunque en México) por alguna razón, se prohibió la importación, pero no la producción o el uso”, dijo Berdegué.
La estrategia detrás del decreto va más allá de una prohibición inmediata. Se plantea una reducción gradual del uso de plaguicidas altamente peligrosos en varias etapas. En 2026 se anunciará un segundo grupo de sustancias que quedarán vetadas y en 2027 una tercera lista.
Para el sector agrícola, esta decisión representa un desafío de gran magnitud. En el corto plazo, los productores enfrentarán ajustes en sus costos de insumos, posibles interrupciones en la disponibilidad de productos alternativos y la necesidad de transformar sus sistemas de producción.
No todos los cultivos podrán migrar de inmediato a prácticas más ecológicas sin una transición asistida. Pero en el mediano y largo plazo, la lógica es que la agricultura mexicana resulte más limpia, con menores riesgos para los jornaleros, las comunidades rurales y los consumidores.