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La justicia de género es central en la acción climática

Los eventos extremos como sequías o inundaciones están correlacionados con el aumento de la violencia de género y la inseguridad alimentaria.
dom 18 mayo 2025 07:00 AM
La justicia de género es central en la acción climática
Las mujeres -especialmente aquellas en situación de pobreza, rurales, indígenas o jefas de familia- enfrentan una vulnerabilidad mayor frente a impactos como sequías, incendios u olas de calor, apunta Erika Ortiz.

El activismo femenino en pro de acciones climáticas hoy se traduce en números y acciones. Desde principios del siglo XXI, se ha mantenido una tendencia visible: las mujeres están más preocupadas por temas climáticos que los hombres y muestran en su vida diaria una disposición sólida hacia comportamientos proambientales. Sin embargo, en buena parte del mundo, hay una disparidad de género en el ámbito político ambiental.

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En el contexto del Día Mundial de la Acción por el Clima, es urgente volver a poner sobre la mesa un hecho ineludible: el cambio climático no afecta por igual a todas las personas. Las mujeres -especialmente aquellas en situación de pobreza, rurales, indígenas o jefas de familia- enfrentan una vulnerabilidad mayor frente a impactos como sequías, incendios u olas de calor.

En México, donde alrededor de 30% de los hogares pobres están encabezados por mujeres, según el CONEVAL, esta realidad adquiere una dimensión crítica. Significa que padecen mayores presiones económicas, debido a que tienen más personas dependientes a su cuidado; enfrentan carencia alimentaria; además que suman rezagos estructurales, como menor acceso al trabajo remunerado y con frecuencia, salarios más bajos.

La ONU ha señalado que las mujeres y niñas tienen mayores probabilidades de verse afectadas por desastres naturales y enfrentan más obstáculos para adaptarse a los impactos climáticos debido a factores como el acceso limitado a recursos, servicios financieros, tecnologías o información temprana. Cerca del 80% de las personas desplazadas por desastres naturales son mujeres y niñas. A ello se suma que los eventos extremos como sequías o inundaciones están correlacionados con el aumento de la violencia de género y la inseguridad alimentaria.

Estos datos explican, en parte, el papel relevante que han asumido las mujeres como agentes indispensables para enfrentar el cambio climático. Desde las comunidades y su trabajo en territorio, su papel en la gestión del agua, la conservación de la biodiversidad y la transmisión de saberes tradicionales ha sido clave en iniciativas exitosas de adaptación y mitigación. Asimismo, han encabezado movimientos de resistencia contra prácticas agrotóxicas en todo el mundo y producen conocimiento técnico y científico de gran valor.

En este contexto, la perspectiva de género interseccional en la elaboración de las estrategias y políticas climáticas no puede seguir siendo marginal. Es necesaria para visibilizar los impactos diferenciados, reconocer las necesidades de mujeres y hombres, y garantizar una distribución equitativa de los beneficios y oportunidades.

México se encuentra en un momento crucial para redefinir su política climática, con la actualización de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) y el compromiso de alcanzar emisiones netas cero para 2050. El momento actual abre una ventana de oportunidad para que nuestro país impulse políticas climáticas más inclusivas y ambiciosas. La disposición expresada por la nueva administración de avanzar a una transición energética justa y acelerar la descarbonización de la economía, debe ir acompañada de acciones concretas que garanticen que esa transformación sea incluyente y con una perspectiva de género.

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Frente a este panorama, se presenta una oportunidad única para hacerlo bien desde el inicio. Por eso, es indispensable generar las condiciones de política pública que aseguren la participación de niñas y mujeres y fortalezcan su liderazgo a través de promover activamente su presencia en todos los aspectos de la planificación, implementación y toma de decisiones dirigidas a eliminar las desigualdades sistémicas y relacionadas con el cambio climático.

Recordemos que la justicia climática solo será plena si es también de género.

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Nota del editor: Erika Ortiz es gerente de proyectos de mitigación, movilidad, e hidrocarburos en el Instituto de Desarrollo, Energía y Ambiente (IDEA). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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