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¿Por qué medir solo la huella de carbono nos aleja de una sostenibilidad real?

La sostenibilidad real se diseña desde el origen. No es un “extra”, sino que se integra desde la concepción misma del valor que genera una empresa.
vie 26 septiembre 2025 06:01 AM
huella de carbono digital
La obsesión con la descarbonización no siempre es un progreso hacia una sostenibilidad empresarial integral. Puede llegar a convertirse en una ilusión peligrosa que nos tiene resolviendo el problema equivocado, señala Daniela Hernández Álvarez. (pearleye/Getty Images/iStockphoto)

Medir la huella de carbono pasó de ser un indicador de gestión ambiental a convertirse en una declaración de posicionamiento corporativo. Las empresas compiten por ser "carbono neutral" como si fuera una carrera de marketing.

Pero esta obsesión con la descarbonización no siempre es un progreso hacia una sostenibilidad empresarial integral. Puede llegar a convertirse en una ilusión peligrosa que nos tiene resolviendo el problema equivocado.

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Seguimos aplicando el mismo pensamiento fragmentado que creó la crisis ambiental.

El carbono no es el villano

Empecemos por lo básico: el carbono no es inherentemente malo. Es la base de toda la vida en la Tierra. Los ciclos naturales existen gracias al carbono. Tratarlo como el enemigo a vencer revela qué tan desconectados estamos de cómo realmente funcionan los sistemas naturales.

Cuando reducimos todos los gases de efecto invernadero a "equivalentes de CO2", estamos simplificando deliberadamente. El metano es 25 veces más potente que el CO2 en términos de calentamiento global. Los óxidos nitrosos son 298 veces más dañinos. Pero como son más difíciles de medir y gestionar, los convertimos en "carbono" y seguimos adelante.

Esta simplificación permite tener métricas claras, reportes y metas que suenan ambiciosas. Pero tiene un costo: mientras perseguimos estos KPIs, ignoramos otros impactos que no caben en una calculadora de carbono.

Esto es solo un reflejo de la misma lógica que creó el problema original: abordar sistemas complejos con soluciones lineales.

Porqué la descarbonización es una solución lineal

Observemos cómo se implementan las estrategias de descarbonización: las empresas instalan paneles solares mientras mantienen procesos productivos lineales. Compran bonos de carbono para "compensar" emisiones en lugar de rediseñar productos que generen menos. Automatizan operaciones para ser "más eficientes" mientras externalizan los costos ambientales y sociales de esa automatización.

Es la misma dinámica de los últimos 150 años: resolver problemas por partes sin entender el sistema completo. Añadimos soluciones “verdes” a operaciones existentes que no evolucionan, medimos lo que es conveniente medir, y celebramos mejoras marginales mientras la estructura base sigue intacta.

Así es como se ve la sostenibilidad: como algo que se "añade". Un departamento adicional. Un indicador más en el dashboard. Esta lógica perpetúa organizaciones insostenibles que solo han aprendido a medir mejor su insostenibilidad.

Cuando una empresa celebra haber reducido 20% sus emisiones pero sigue fabricando productos diseñados para la obsolescencia programada, ¿realmente está siendo más sostenible? ¿O simplemente está haciendo menos daño mientras mantiene intacta la maquinaria que genera el daño?

De la descarbonización al diseño regenerativo

La sostenibilidad real se diseña desde el origen. No es un “extra”, sino que se integra desde la concepción misma del valor que genera una empresa.

Es transitar de la pregunta "¿cómo reducimos el impacto de lo que hacemos?" hacia una transformación más profunda: "¿cómo puede nuestro producto o servicio resolver un problema socioambiental mientras mejora nuestra salud financiera?" La diferencia es fundamental.

Una empresa sostenible integra criterios regenerativos en todos sus procesos porque todos sus productos y servicios están diseñados para mejorar los sistemas de los que depende. Su éxito económico está entrelazado con la salud de los ecosistemas y comunidades que toca.

No se trata de hacer menos mal. Se trata de hacer sustancialmente bien. De crear modelos de negocio donde la rentabilidad y la regeneración no compitan entre sí, sino que se potencien mutuamente.

Los líderes del futuro: el pensamiento sistémico en acción

Por todo esto, la habilidad de saber pensar en sistemas es una de las más demandadas para el 2030, porque es la habilidad de reconocer y comprender que todo está interconectado, El pensamiento sistémico es clave para resolver los problemas del futuro: problemas complejos.

La palabra "complejo", del latín "plexus", significa entrelazado. No podemos abordar el carbono sin considerar la biodiversidad, la gestión hídrica, la regeneración de suelos, la equidad social y la circularidad de recursos.

Cuando una empresa se enfoca únicamente en descarbonización, puede terminar:

- Plantando monocultivos que reducen carbono, pero destruyen biodiversidad
- Desarrollando empaques biodegradables que requieren más recursos hídricos y energéticos en su producción que los materiales tradicionales.
- Relocalizando operaciones para reducir emisiones locales mientras las incrementa globalmente.
- Creando nuevas dependencias y vulnerabilidades sistémicas.

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El pensamiento sistémico no busca optimizar una variable, sino rediseñar para la salud del sistema completo.

Obviamente tenemos que asumir que esto NO es tarea fácil ni algo que se solucionará en un año. Son transformaciones que toman tiempo y requieren la suma de muchas voluntades.

Pero sobre todo, requiere líderes con la intención y capacidad de aceptar el reto de navegar complejidad y asumir que tal vez no sean quienes vean los resultados de los cambios que impulsen, pero sí quienes sembraron la semilla.

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Nota del editor: Daniela Hernández Álvarez es directora de Earth & Life University, universidad líder en formación de agentes de cambio en sostenibilidad e innovación. Reconocida como Top Voice en Sostenibilidad por LinkedIn y una de las 30 mentes más sostenibles por Forbes México. Ha acompañado a más de 300 empresas y emprendedores en procesos de liderazgo sostenible. Es Licenciada en Relaciones Internacionales, cuenta con una maestría en Ecotecnologías y cursa un doctorado en Neurociencias y Educación. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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