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Ley BIC busca que empresas mexicanas integren ganancias y responsabilidad social

La iniciativa de Ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo busca reconocer a las empresas que generan valor económico sin perder de vista su impacto social y ambiental.
lun 20 octubre 2025 05:55 AM
Marcel Fukuyama
Marcel Fukuyama, cofundador de Sistema B Brasil y una de las personas que ofreció una visión en el Senado sobre la importancia de la ley BIC. (Foto: Cortesía.)

En medio de una crisis climática y social sin precedentes, México está en la antesala de una legislación que podría redefinir la manera de hacer negocios en el país: la Ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (Ley BIC). La Ley BIC busca reconocer y promover empresas que generan utilidades y persiguen un propósito social o ambiental.

En entrevista con Expansión, Marcel Fukuyama, cofundador de Sistema B Brasil y una de las personas que ofreció una visión en el Senado sobre la importancia de la legislación BIC, explica por qué esta ley podría marcar un punto de inflexión en la región.

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“Tenemos más de 10,000 empresas B certificadas en más de 100 países. Es una evidencia clave de que es posible una nueva manera de promover los negocios, de pensar y hacer negocios. Pero aún no es suficiente”, afirma Fukuyama.

El movimiento de las Empresas B, desde hace más de una década, busca demostrar que el éxito empresarial puede coexistir con el bienestar social y ambiental.

“Hay que cambiar las reglas para que las empresas se comporten como empresas B, con propósito, responsabilidad y transparencia”, dice Fukuyama.

La Ley BIC surge precisamente con esa intención: crear un marco jurídico que permita a las empresas incorporar legalmente un propósito social o ambiental en su misión, sin que ello entre en conflicto con su deber de generar ganancias. Este modelo, conocido internacionalmente como Benefit Corporation, nació en 2010 en el estado de Maryland, Estados Unidos, y se ha replicado en más de 50 jurisdicciones de ocho países, entre ellos Italia, España, Colombia, Perú y Uruguay.

En México, la conversación sobre la Ley BIC comenzó la semana pasada en el Senado, impulsada por organizaciones como Sistema B y diversos actores del sector privado. La propuesta busca que el país se sume a la tendencia global de redefinir el papel de la empresa en la sociedad, al reconocer legalmente a aquellas que miden su desempeño no solo en términos financieros, sino también sociales y ambientales.

Para Fukuyama, este tipo de legislación es crucial para enfrentar los desafíos de lo que denomina metacrisis.

“Vivimos crisis multidimensionales: geopolítica, económica, social, ambiental y cultural. Las empresas que se comportan con propósito tienden a ser más resilientes frente a estas crisis”, asegura el especialista.

La resiliencia, junto con la responsabilidad y la relevancia, son, dice Fukuyama, las tres “R” que definen a las compañías del futuro.

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“Las empresas que generan valor para la sociedad y para el planeta naturalmente generan valor para el mercado. Pero una empresa que solo genera valor a corto plazo para el mercado, en el futuro su valor presente es cero, porque no tiene relevancia”, comenta Fukuyama.

En América Latina, varios países ya han aprobado leyes similares. En Colombia, por ejemplo, existen más de 2,000 empresas BIC registradas oficialmente, y el gobierno ha implementado incentivos para incorporarlas en las compras públicas.

“Cuando las autoridades reconocen que hay un nuevo segmento económico, eso cambia otras políticas públicas, incluyendo las compras públicas. En América Latina, las compras públicas representan hasta 12% del PIB regional. Desde que se reconocen las empresas BIC, se empieza a incorporarlas como proveedoras, no solo por precio, sino también por su impacto en la comunidad y en el planeta”, explica Fukuyama.

En México, el debate se da en un momento clave. Tras la pandemia, el país enfrenta presiones económicas y sociales profundas, y las empresas buscan formas de fortalecer su legitimidad y sostenibilidad. Sin embargo, como señala Fukuyama, la adopción de este modelo no está exenta de obstáculos.

“Tenemos un desafío de corto versus largo plazo. América Latina fue la región más afectada por la pandemia, con 40 millones de empleos perdidos. A corto plazo, las comunidades vulnerables necesitan sobrevivir. Pero lo que estamos planteando con la Ley BIC es el largo plazo y esa tensión es crítica”, dice.

Otro reto, añade, es cultural, pues sigue muy arraigada la creencia de que el negocio solo es en términos monetarios, para el especialista, hay que deconstruir esa creencia para avanzar hacia una nueva economía que ponga en el centro a las personas y al planeta.

La Ley BIC busca institucionalizar una conducta empresarial basada en el propósito y la transparencia, y ofrecer seguridad jurídica a los administradores para tomar decisiones más sostenibles.

“La ley BIC es un instrumento institucional para que las empresas se comporten con propósito, responsabilidad y transparencia, y también para dar respaldo a los administradores a la hora de tomar decisiones mejores para el mundo”, sostiene Fukuyama.

De aprobarse, México se uniría a una red de países que han comenzado a usar la figura BIC como catalizador para transformar mercados y cadenas de valor completas. Según Fukuyama, los beneficios no solo se verían en la gestión interna de las empresas, sino también en la atracción de inversión responsable

El desafío será traducir esta visión en políticas públicas efectivas y adaptadas al contexto nacional. Si se logra, más de cuatro millones de empresas mexicanas podrían convertirse, dice Fukuyama, en protagonistas de la nueva economía, una que mida su éxito no solo por ganancias, sino también por su impacto social y ambiental.

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Leyes ESG

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