De acuerdo con la agencia estatal Xinhua, la infraestructura desarrollada por la empresa Highlander, se encuentra bajo las aguas de la costa de Zhoushan y está diseñada para reducir el consumo energético y las emisiones de carbono, dos de los principales desafíos del sector digital.
Según estimaciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), los centros de datos consumen entre el 1.5% y el 3% de la electricidad mundial, una cifra que podría duplicarse en la próxima década si no se adoptan medidas más eficientes. La demanda se dispara con el auge de la IA, el streaming, las criptomonedas y el almacenamiento masivo de información en la nube.
Algunos gigantes del sector, como Google, Amazon y Microsoft, han iniciado proyectos de centros de datos alimentados por energía eólica o solar para instalaciones submarinas o en regiones frías para reducir el consumo de refrigeración. Sin embargo, pese a los avances que ha mostrado China, la transición hacia una infraestructura verdaderamente verde avanza más lento que el crecimiento del tráfico digital.
El alto consumo de agua de los centros de datos
De acuerdo con Environmental and Energy Study Institute, los grandes centros de datos pueden consumir hasta cinco millones de galones por día, lo que equivale al uso de agua de una ciudad poblada por entre 10,000 y 50,000 personas. La mayor parte de este recurso se destina a los sistemas de enfriamiento, especialmente en instalaciones ubicadas en regiones cálidas o áridas.
Empresas tecnológicas como Google y Meta han reconocido el impacto hídrico de sus operaciones. Según reportes anuales de sostenibilidad, Google reportó el uso de 6,100 millones de galones de agua, mientras que Meta utilizó más de 3,000 millones.
El problema no radica únicamente en el volumen total del consumo de agua, sino en la localización de muchos centros en zonas con estrés hídrico, donde compiten con comunidades y sectores agrícolas por un recurso cada vez más escaso. El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) advierte que la expansión de los centros de datos, impulsada por la IA, el comercio electrónico y la computación en la nube, podría agravar las tensiones sobre los recursos naturales si no se adoptan medidas sostenibles.