Sin embargo, todo cambio requiere una inversión. Según la AIE, para reducir a la mitad la intensidad de las emisiones de las operaciones de petróleo y gas a nivel mundial para 2030, se necesitarán inversiones iniciales por un total de 600,000 millones de dólares, es decir, cerca del 15% de los ingresos netos que generaron los productores de petróleo y gas en 2022.
La misma agencia recalca que para que estas inversiones sean efectivas, los objetivos de reducción de carbono de las empresas deben estar enfocados en actividades como la generación de energía en alta mar, la recarga de vehículos eléctricos (VE) y la producción y el desarrollo de hidrógeno.
La petrolera española Repsol, por ejemplo, ha destinado más del 35% de su inversión neta de 2024 a 2027 a iniciativas bajas en carbono, con el objetivo de aumentar la producción de combustibles renovables, hidrógeno y biomateriales; además de poder acelerar el desarrollo orgánico de una cartera de proyectos de generación de energía renovable.
“Confiamos en que esta actualización estratégica nos permitirá seguir sirviendo a los intereses de nuestros accionistas, y suministrando energía segura, asequible y cada vez más descarbonizada para nuestros clientes y el planeta”, mencionó en su reporte de sostenibilidad, Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.
En México, los objetivos para 2030 que se ha propuesto Pemex han sido de reducir la intensidad de las emisiones (Alcance 1) de gas de efecto invernadero (GEI) en un 61% para exploración y producción; un 40% en refinerías y 60% en procesamiento de gas.
La empresa cuenta con un Plan de Sostenibilidad, en el que destaca sus principales proyectos de negocio de bajo carbono para el periodo de 2025 a 2029 en los segmentos de compensación de emisiones propias de operaciones, desarrollo de captura y almacenamiento de carbono, proyecto piloto de hidrógeno (H2) azul/verde en Deer Park, además de la optimización de portafolio cogeneración de energía verde.