En los últimos años, la conversación sobre sostenibilidad y el rol de las empresas para resolver problemas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la desigualdad social ha crecido de manera exponencial. Desde compromisos sobre reducción de emisiones hasta criterios ESG en las decisiones de inversión, la presión por integrar estos temas en la estrategia empresarial es cada vez mayor.
La sostenibilidad es una estrategia clave para las pymes

Sin embargo, estas discusiones suelen girar en torno a grandes corporaciones y empresas multinacionales. Es cierto que estas organizaciones concentran un impacto considerable en las cadenas de suministro globales, pero dejar fuera a las pequeñas y medianas empresas (pyme) es un error estratégico.
Las pymes representan más del 90% de las empresas en América Latina y generan alrededor del 60% del empleo formal. Son el núcleo del tejido económico, productivo y social. Ignorar su rol en la transición hacia una economía regenerativa, baja en carbono e inclusiva implica limitar el alcance de cualquier solución estructural.
La sostenibilidad no debe entenderse como una exigencia que excede las capacidades de las pymes. Al contrario, puede convertirse en una estrategia inteligente para mejorar su desempeño, fortalecer su resiliencia y acceder a nuevas oportunidades de negocio.
Una oportunidad subestimada
Muchas pymes siguen viendo la sostenibilidad como un tema ajeno, complejo o poco relevante para su operación diaria. La falta de información, la percepción de altos costos y el enfoque en resolver urgencias operativas alimentan esta distancia.
Esta desconexión es comprensible, pero también representa una oportunidad perdida. Integrar principios de sostenibilidad puede ayudar a reducir desperdicios, optimizar procesos, ahorrar energía, fidelizar clientes y mejorar el acceso a financiamiento.
No se trata de asumir compromisos que no se pueden cumplir, sino de identificar áreas donde los cambios sostenibles también representen eficiencias económicas. En ese punto es donde la sostenibilidad se vuelve una palanca para el crecimiento, no una carga adicional.
En muchos casos, pequeñas mejoras —como gestionar mejor el consumo de recursos, revisar la cadena de suministros o capacitar al equipo— pueden generar impactos positivos visibles y medibles en el corto plazo.
La presión está aumentando
El entorno de negocios está evolucionando rápidamente. A nivel global, aumentan las exigencias regulatorias, los criterios ambientales y sociales en las compras públicas y las expectativas de los consumidores respecto a prácticas responsables. Aunque muchas de estas normas no están dirigidas directamente a las pymes, afectan de manera indirecta a través de los grandes compradores, inversionistas y cadenas de valor.
Las empresas que no se adapten podrían quedar excluidas de contratos, financiamiento o mercados relevantes.
Al mismo tiempo, los bancos, fondos y programas públicos están empezando a condicionar el acceso a capital a ciertos estándares de sostenibilidad. Esto pone a las pymes frente a una disyuntiva: actuar ahora o correr el riesgo de quedar rezagadas.
La sostenibilidad ya no es solo una narrativa reputacional. Es una variable estratégica que puede definir el posicionamiento de una empresa frente a sus clientes, proveedores, competidores y reguladores.
Colaborar para acelerar
Un enfoque práctico para avanzar es colaborar con clientes, aliados estratégicos o gremios para identificar qué indicadores de sostenibilidad son relevantes y cómo abordarlos progresivamente.
Las grandes empresas están empezando a exigir a sus proveedores compromisos mínimos en materia ambiental o social. Las pymes que puedan demostrar prácticas responsables tendrán una ventaja para mantenerse en estas cadenas de valor o incluso atraer nuevos negocios.
Participar en redes empresariales, cámaras o asociaciones permite compartir experiencias, acceder a herramientas colectivas y conectar con oportunidades que individualmente podrían parecer inalcanzables. Al mismo tiempo, muchas organizaciones están desarrollando programas de acompañamiento o formación para proveedores y aliados estratégicos, lo que representa una vía concreta de fortalecimiento.
Inversión inteligente en tecnología y personas
Una de las barreras más comunes para avanzar en sostenibilidad es la falta de tiempo, herramientas o conocimientos técnicos dentro de la empresa. Por eso, invertir en tecnología y capacitación puede marcar una gran diferencia.
Automatizar tareas, medir consumos, analizar datos o sistematizar procesos no solo mejora la eficiencia, sino que permite tomar decisiones basadas en evidencia. Existen soluciones tecnológicas accesibles para pequeñas empresas que quieren iniciar este camino.
En paralelo, es clave identificar las brechas de habilidades dentro del equipo y ofrecer formación orientada a sostenibilidad, eficiencia operativa, economía circular o gestión de impacto.
Construir capacidades internas permite que la sostenibilidad deje de ser un concepto externo y se convierta en parte de la operación cotidiana. Las empresas que dominan sus datos y capacitan a su gente están mejor preparadas para adaptarse y diferenciarse.
No se trata de perfección, sino de empezar
Es importante destacar que no se espera que una pyme resuelva todos los retos ambientales o sociales de inmediato. El camino hacia la sostenibilidad no comienza con certificaciones costosas ni transformaciones radicales, sino con decisiones concretas y progresivas.
Evaluar el consumo de agua o energía, reducir desperdicios, revisar proveedores, involucrar al equipo o comunicar con mayor transparencia son puntos de partida posibles y valiosos.
Cada paso cuenta. Incluso los avances pequeños permiten generar aprendizajes, ganar confianza y demostrar compromiso frente a terceros. Lo importante es iniciar y sostener el proceso con una visión clara. La sostenibilidad no es un estándar único ni una lista de cumplimiento. Es una forma distinta de pensar y operar, que debe adaptarse a la realidad de cada empresa, su sector, su entorno y su nivel de madurez.
Postergar la sostenibilidad con el argumento de que “hay otras prioridades” es un riesgo cada vez mayor. En un entorno cambiante, las empresas más resilientes serán aquellas capaces de anticiparse y adaptarse. No se trata de elegir entre sostener el negocio o ser sostenible. Hoy, ambos objetivos están profundamente conectados.
Las pymes que reconozcan esto a tiempo no solo estarán cumpliendo con una expectativa creciente, sino construyendo las bases para un crecimiento más sólido, responsable y duradero. Porque en un mercado cada vez más competitivo y exigente, la sostenibilidad no es un lujo. Es una ventaja competitiva y una decisión empresarial inteligente.
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Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo es consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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