Las empresas dependen de la naturaleza para operar y crecer, aun cuando pocas veces lo reconocen explícitamente. Desde el agua que alimenta procesos industriales, hasta los recursos biológicos que permiten la producción de alimentos, energía y bienes de consumo, la biodiversidad es la base invisible que sustenta a la economía. Más del 50% del PIB mundial depende de la naturaleza en mayor o menor medida, lo que significa que la degradación ambiental es también una amenaza para la estabilidad financiera y el futuro de los mercados.
Al mismo tiempo, la presión sobre la biodiversidad proviene de sectores clave como alimentación, energía, moda e infraestructura, donde las decisiones empresariales generan un impacto directo en los ecosistemas. Cumplir con la normativa ambiental ya no es suficiente: se requiere un enfoque integral que incluya gestión de riesgos, innovación y la incorporación de criterios de sostenibilidad en la cadena de valor.
En este contexto, el cumplimiento ambiental integral debe evolucionar hacia una visión estratégica alineada con los compromisos internacionales del Pacto Global de Naciones Unidas. Esto significa que las empresas no solo deben cumplir con la ley, sino también anticipar tendencias regulatorias y responder a expectativas crecientes de consumidores e inversionistas. Una vía concreta es adoptar Objetivos Basados en Ciencia para la Naturaleza (SBTN), los cuales permiten medir impactos y dependencias sobre los ecosistemas, establecer metas verificables y alinear la operación con la preservación de la biodiversidad.
Asimismo, la transición hacia modelos de negocio “positivos para la naturaleza” —donde las actividades empresariales regeneren más de lo que degradan— abre la puerta a nuevas fuentes de ingresos, financiamiento sostenible y reputación fortalecida. La propuesta no es solo cumplir: es liderar con responsabilidad y demostrar que la rentabilidad y la conservación pueden avanzar de la mano.
Para las empresas, apostar por un cumplimiento ambiental integral trae beneficios prácticos inmediatos y de largo plazo. En primer lugar, permite reducir riesgos financieros, legales y operativos, al anticipar sanciones o interrupciones en la cadena de suministro. En segundo lugar, mejora la relación con comunidades locales y grupos de interés, fortaleciendo la licencia social para operar. A nivel estratégico, invertir en soluciones basadas en la naturaleza genera oportunidades millonarias: el Foro Económico Mundial estima que las transiciones hacia una economía positiva para la naturaleza podrían desbloquear más de 10.1 billones de dólares anuales y crear casi 400 millones de empleos para 2030.
Además, responder a las demandas de sostenibilidad de los inversionistas se traduce en mayor acceso a capital, mientras que los consumidores cada vez premian con su preferencia a las marcas que demuestran compromisos genuinos con el medio ambiente. Así, proteger la biodiversidad es también proteger la competitividad empresarial.