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En un mundo fracturado e incierto, ¿cómo avanzar en la acción climática?

La coordinación global puede estar debilitándose, pero la innovación empresarial, los avances tecnológicos y las estrategias de adaptación se están acelerando.
jue 16 octubre 2025 06:02 AM
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Desde la energía de fusión hasta la resiliencia hídrica, desde el reciclaje de colchones hasta la restauración de manglares, las piezas de un nuevo mosaico climático están encajando: desordenadas, fragmentadas, pero avanzando de manera innegable, considera Mateo Saavedra. (stockshoppe/Shutterstock / stockshoppe)

Hace un par de semanas, Climate Week New York volvió a reunir a líderes de gobiernos, empresas y sociedad civil para enfrentar la gran pregunta de nuestro tiempo: en un mundo fracturado e incierto, ¿cómo avanzar en la acción climática? A lo largo de los páneles, un tema resonó con fuerza: aunque el consenso global puede estar debilitándose, la innovación, el liderazgo corporativo y la adaptación impulsada por las comunidades avanzan más rápido que nunca.

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El costo humano de la inacción

Así, la semana comenzó con un recordatorio contundente de Ralph, presidente del país insular de Oceanía, Tuvalu, que enfrenta la posibilidad de desaparecer, literalmente: para Tuvalu y muchos pequeños estados insulares, la lucha climática es existencial, “no queda mucho más que salvar nuestra cultura y abogar por la mayor ambición posible”. A su lado, la doctora Sabine Mauderer, miembro del consejo ejecutivo del Deutsche Bundesbank y conocida por su labor para fomentar que los bancos consideren el impacto del cambio climático, subrayó la necesidad de que las empresas internalicen el costo de la inacción, reconociendo tanto los riesgos de retrasar medidas como las oportunidades de la transición hacia tecnologías limpias, ya visibles en sectores como el energético chino.

A su vez, y precisamente desde una perspectiva empresarial, Mark Patel de McKinsey planteó el desafío de manera clara: la descarbonización ya no domina la agenda, sino que se ubica dentro de un mosaico complejo de guerra, geopolítica e inteligencia artificial. Y no es menor, como él señaló, la IA representa el mayor despliegue de capital privado en la historia, más de cinco billones de dólares, compitiendo por atención con el clima, pero al mismo tiempo acelerando tecnologías como energías renovables, nuclear y baterías. Los ciclos de producto al mercado se acortan, abriendo ventanas a la innovación más rápida, incluso cuando las coaliciones se debilitan y las contradicciones se multiplican.

Y en una mirada más local, Alicia Bárcena, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, llevó el enfoque hacia la adaptación y la biodiversidad. Con el repunte de los combustibles fósiles, cuestionó la viabilidad de los objetivos de París, subrayando que el 40% del presupuesto federal de México se destina al ejército frente a solo un 2% para el ambiente. En contraste, resaltó también acciones concretas que abonan: un Plan Nacional de Adaptación, la vinculación entre clima y biodiversidad (como la restauración de manglares perdidos en Acapulco), iniciativas de economía circular y cooperación regional en América Latina y el Caribe.

Con todos estos ángulos y aportaciones sobre la mesa, las empresas se encuentran en un momento único para pasar de las promesas a la ejecución y contagiar a las demás con iniciativas bien delineadas y ubicadas en el tiempo.

Por ejemplo, Google y Commonwealth Fusion están impulsando, con la IA, una fuente de energía eléctrica sin precedentes. Google ha invertido 3,000 millones de dólares para ampliar activos renovables y lidera la respuesta a la demanda trasladando cargas de machine learning entre redes eléctricas. Mientras tanto, el proyecto de fusión en Boston de Commonwealth Fusion, ya con un 65% de avance, busca entregar la primera planta comercial de fusión para los 2030s, con Google asegurando la compra de la mitad de su producción mediante un acuerdo conocido como off taking agreement.

Un ejemplo más de cómo el ámbito empresarial está desafiando la inacción es IKEA, cuyo CEO, Jesper Brodin cree que el debate sobre sostenibilidad se resume en pragmatismo. Aunque el 68% de los clientes se preocupa profundamente por el clima, solo el 6% puede pagar un sobreprecio por productos verdes; por lo tanto, las soluciones deben ser accesibles. IKEA ha liderado el reciclaje rentable de colchones, adoptado la IA para impulsar eficiencias y reafirmado su compromiso con el Acuerdo de París. Brodin advirtió en la Climate Week New York 2025 que el verdadero riesgo no es el greenwashing, sino el silencio corporativo: “necesitamos más empresas que cuenten sus historias”.

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Finalmente, una sesión sobre innovación en agua puso el foco en un recurso a menudo subestimado. Will Hewes, head de water strategy de Amazon, presentó las estrategias específicas de AWS enfocadas en la reducción y reutilización de agua y contó que lograron una reducción del 40% en 2023. A su vez contó sobre una colaboración con Xylem en la Ciudad de México donde se probaron tecnologías de detección de fugas y optimización de presión, reduciendo pérdidas de agua en un 20%. Si se escalara, este modelo podría recuperar hasta un 15% del suministro de la ciudad.

Y aunque hay mucho más que decir, una conclusión justa para la Climate Week de este año sería la paradoja que nos reveló: la coordinación global puede estar debilitándose, pero la innovación empresarial, los avances tecnológicos y las estrategias de adaptación se están acelerando. Desde la energía de fusión hasta la resiliencia hídrica, desde el reciclaje de colchones hasta la restauración de manglares, las piezas de un nuevo mosaico climático están encajando: desordenadas, fragmentadas, pero avanzando de manera innegable.

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Nota del editor: Mateo Saavedra es cofundador de Kolibri. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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Opinión Empresas Cambio climático

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