El año 2025 representó un punto de inflexión para la sostenibilidad corporativa porque hizo visibles tensiones que se venían acumulando desde años anteriores.
Tres dinámicas que marcaron la agenda de la sostenibilidad corporativa en 2025
Cambios regulatorios, mayor exposición a riesgos climáticos y un entorno político más fragmentado dejaron menos espacio para enfoques ambiguos o desconectados de la operación. Estos últimos 12 meses obligaron a las empresas a confrontar con mayor claridad cómo la sostenibilidad influye en decisiones estratégicas, financieras y operativas.
Este punto de inflexión se reflejó en ajustes graduales pero significativos. Las organizaciones comenzaron a revisar cómo comunican sus prioridades, cómo interpretan marcos regulatorios cada vez más diversos y cómo incorporan riesgos físicos en su planeación. A lo largo del año, estas discusiones aparecieron de forma recurrente en distintos sectores y regiones.
Comunicación, regulación y riesgo climático funcionaron como ejes que permiten entender la evolución reciente de la sostenibilidad corporativa y las complejidades que hoy enfrenta.
Comunicación corporativa
Durante 2025, la comunicación en sostenibilidad adoptó un tono más contenido y deliberado. En algunos mercados, especialmente en Estados Unidos, se redujo la visibilidad pública de mensajes relacionados con diversidad, inclusión y compromisos climáticos.
Este ajuste respondió a un entorno político y social más polarizado, donde ciertos temas comenzaron a generar interpretaciones contrapuestas y mayor exposición reputacional.
Este cambio no implicó una retirada generalizada de la acción interna. Muchas empresas mantuvieron programas activos, metas definidas y procesos en ejecución. Sin embargo, optaron por una comunicación externa más selectiva, enfocada en información concreta y respaldada por evidencia disponible. Con ello, el discurso se desplazó hacia avances observables, decisiones de gestión y capacidades internas, dejando en segundo plano promesas amplias o narrativas aspiracionales.
El aumento del escrutinio legal reforzó esta tendencia. Casos judiciales y cuestionamientos públicos a declaraciones ambientales basadas en supuestos débiles llevaron a revisar con mayor cuidado cada mensaje divulgado. Como consecuencia, áreas de sostenibilidad, comunicación, legal y finanzas comenzaron a coordinarse de forma más estrecha, estableciendo filtros internos más rigurosos antes de hacer públicas ciertas afirmaciones.
Este enfoque más prudente fortaleció la credibilidad y redujo riesgos innecesarios. Al mismo tiempo, planteó un reto adicional. Comunicar menos no garantiza comunicar mejor, especialmente cuando los grupos de interés buscan entender cómo se traducen los compromisos en decisiones y resultados concretos.
Evolución regulatoria
La regulación fue otro elemento central durante 2025, aunque su evolución siguió caminos distintos según la región.
En América Latina, Asia y Oceanía, varios países avanzaron hacia esquemas obligatorios de divulgación ambiental, social y de gobernanza para empresas que cumplen ciertos criterios financieros o sectoriales. Estos avances reflejaron una intención clara de elevar la calidad y consistencia de la información corporativa.
Un aspecto relevante de estos desarrollos fue la alineación con estándares internacionales, en particular aquellos vinculados con IFRS. Esta convergencia ofrece beneficios claros, como mayor comparabilidad y una integración más ordenada entre información financiera y sostenibilidad. Para algunas empresas, también facilitó la incorporación de estos temas en procesos de reporte y control ya existentes.
Sin embargo, el panorama regulatorio se mantuvo fragmentado. En Estados Unidos, las tensiones políticas y los procesos legales en torno a iniciativas federales de divulgación climática generaron retrasos y mayor incertidumbre. Esta situación obligó a las empresas a operar con múltiples interpretaciones regulatorias y a anticipar escenarios divergentes según mercado y jurisdicción.
Europa adoptó un enfoque distinto con la introducción del paquete Ómnibus, orientado a simplificar ciertas obligaciones de reporte. Este ajuste reabrió el debate sobre cómo equilibrar eficiencia administrativa con los avances logrados en transparencia.
Riesgos climáticos
La materialización de riesgos físicos asociados al cambio climático terminó de consolidar el punto de inflexión observado en 2025.
Desde los primeros meses del año, incendios de gran escala en el área metropolitana de Los Ángeles provocaron pérdidas económicas significativas, afectando infraestructura, actividad productiva y comunidades enteras.
Para cerrar el año, una secuencia inusual de ciclones y lluvias intensas causó inundaciones severas en regiones de Asia del Sur y Sudeste Asiático. Estos eventos generaron interrupciones logísticas, daños a zonas industriales y agrícolas y pérdidas humanas, con impactos que se extendieron más allá de las áreas directamente afectadas.
Frente a este contexto, muchas empresas comenzaron a revisar con mayor detalle cómo los riesgos climáticos influyen en costos operativos, continuidad del negocio y decisiones de inversión. En algunos casos, esto se tradujo en una integración más sistemática de la adaptación en análisis financieros, planificación operativa y gestión del riesgo.
Los reportes corporativos publicados durante el año reflejaron con mayor claridad estas preocupaciones.
Ingresos, márgenes, gastos de capital y coberturas de seguros comenzaron a analizarse a la luz de escenarios climáticos más exigentes. La adaptación pasó a considerarse un componente relevante para la resiliencia operativa y la protección de activos.
Las dinámicas observadas en 2025 muestran a la sostenibilidad corporativa más anclada en decisiones reales y menos en declaraciones generales. La comunicación se volvió más cuidadosa, la regulación avanzó de forma desigual y los riesgos climáticos adquirieron una presencia directa en la gestión empresarial.
El reto hacia adelante será consolidar capacidades internas que permitan responder a un entorno cambiante, sin perder coherencia entre lo que se gestiona, lo que se reporta y lo que se decide.
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Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo es consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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