Sin sostenibilidad no hay desarrollo, así de simple, y para lograrlo, nuevas tendencias han llegado a mercados tan dinámicos como el de México, donde la gestión ESG continúa ganando adeptos, frente al entendimiento de que la acción social y ambiental es algo que no podemos postergar. En este contexto, conceptos como la doble materialidad han contribuido a impulsar nuevas maneras de analizar los mapas de riesgos de las empresas y, con base en ellos, tomar decisiones.
Durante mucho tiempo, una de las conversaciones más relevantes a nivel mundial en el contexto de sostenibilidad ha sido la definición de cómo cuantificar y reportar los impactos sociales y ambientales de una empresa dentro de los informes financieros. La doble materialidad es una metodología, inicialmente promovida en Europa, que tiene como uno de sus objetivos el análisis de impactos y, posteriormente, el estudio de cómo estos impactos pueden afectar el desempeño financiero de la empresa.
Pensar que estamos llegando al momento en el que las empresas incorporan dentro de sus estados financieros los costos naturales por afectaciones a la biodiversidad, para después presentarlos a sus juntas de Consejo, es algo tan disruptivo como la IA o el internet en su momento. Esta forma de presentar los resultados financieros de una empresa, empezará a cambiar nuestra mentalidad como humanidad y nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza y el ecosistema.
La doble materialidad es el inicio, y es que la disrupción en esta herramienta es que su visión bidimensional permite entender el alcance de los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza en la gestión empresarial, así como el efecto de las operaciones empresariales en el entorno y la sociedad.
Resulta indispensable comprender que ésta no se trata de una tendencia pasajera, pues si bien recién comienza a tomar peso en el país, su implementación en la Unión Europea, por allá del 2019, nos ha dejado importantes aprendizajes y ha establecido dos bases de gran relevancia para la sostenibilidad en todo el mundo: la estabilidad y distribución de la riqueza es indispensable para el desarrollo sustentable, y la capacidad de anticipar escenarios futuros es la clave para mitigar riesgos y prever bienestar de manera oportuna.
En México, la adopción de la doble materialidad es crucial para construir empresas resilientes y sostenibles, fomentar el desarrollo y la creación de nuevas economías. Identificar riesgos y oportunidades permitirá a líderes, empresarios, empresarias y responsables de área, reconocer las necesidades del entorno y fortalecer la toma de decisiones, a través de un análisis que considere más allá de lo financiero y lo sostenible, creando sinergia para generar mejores panoramas y viabilidad a largo plazo.
El mundo está cambiando y el surgimiento de nuevas herramientas de gestión para las empresas refleja esta realidad. Hace una década, parecía improbable que el sector empresarial se convirtiera en una piedra angular en la transformación sostenible y en la creación de economías que preserven el planeta. Sin embargo, el paso del tiempo ha demostrado lo contrario: las empresas e inversionistas están marcando la pauta respecto al camino que debe seguir la sostenibilidad a nivel internacional.
La doble materialidad no sólo permitirá reducir riesgos y encontrar un balance empresarial, sino que también brindará la información necesaria para acatar las nuevas normativas y regulaciones ESG que han surgido durante los últimos años, prepararse ante la volatilidad de los mercados y prestar atención al bienestar de las comunidades.
No obstante, la integración de esta herramienta en la toma de decisiones empresariales y políticas en México enfrenta varios desafíos. Uno de los principales obstáculos es la falta de aprovechamiento de este tipo de herramientas, así como hay empresas que utilizan estas metodologías como un insumo para la toma de decisiones estratégicas, hay quienes elaboran el ejercicio sólo en una visión “de cumplir el requisito para poder decir que tienen “un estudio de doble materialidad” (como si fuera un accesorio que hay que presumir).
La realidad es que también hay otro tipo de retos y no son menores, la falta de datos y métricas consistentes para medir el impacto ambiental y social de las actividades económicas, los cuales son esenciales en este proceso.