El mundo se encuentra en una encrucijada de riesgos globales que demandan respuestas coordinadas y efectivas. La reciente escalada de tensiones en Europa del Este, los estragos del cambio climático y el auge de ataques cibernéticos son claros indicadores de que la acción es inaplazable. El Foro Económico Mundial (FEM) recientemente ha identificado cinco riesgos prioritarios para 2025 que van desde conflictos armados entre Estados hasta crisis climáticas y ciberamenazas. Este escenario plantea una pregunta ineludible: ¿Está México preparado para enfrentar estos desafíos? En esta columna analizaremos el top cinco de los riesgos globales.
México en jaque vs. riesgos globales de 2025
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El primero de los riesgos globales es el incremento de conflictos armados entre Estados. Las tensiones económicas y políticas son solo ejemplos de una realidad que amenaza la estabilidad mundial. Para México, esta situación tiene implicaciones claras. Como vecino cercano de Estados Unidos y actor clave en el comercio internacional, cualquier escalada en las tensiones geopolíticas podría generar impactos significativos en nuestras exportaciones, cadenas de suministro y seguridad interna. Sin una política exterior proactiva y clara, nuestro país podría quedar atrapado en las consecuencias de conflictos gubernamentales.
El segundo riesgo es el aumento de eventos climáticos extremos. Huracanes, sequías e inundaciones no solo afectan a nuestra población, sino también a sectores clave como la agricultura, la energía y el transporte. En 2023, el huracán Otis dejó pérdidas multimillonarias en Guerrero y demostró la falta de infraestructura para responder de manera eficaz a estos eventos extremos. México ya ha sufrido los embates de estos fenómenos y, aunque hemos avanzado en la creación de protocolos de respuesta, la falta de infraestructura resiliente y de una planificación a largo plazo sigue exponiendo al país a riesgos evitables.
La desinformación y la polarización social ocupan el tercer lugar en el ranking del FEM. Casos como las campañas de desinformación durante el proceso electoral de 2024 en México subrayan la necesidad de mecanismos que promuevan una ciudadanía más crítica. La proliferación de noticias falsas, potenciada por tecnologías como la inteligencia artificial, representa un riesgo latente para la cohesión social y la estabilidad política en México. En un país donde la desconfianza hacia las instituciones es alta, la desinformación puede exacerbar divisiones y debilitar aún más el tejido social. Necesitamos una ciudadanía crítica y bien informada que pueda resistir los efectos de estas amenazas.
El cuarto riesgo es el espionaje cibernético y las tensiones geoeconómicas. En un mundo donde los datos son el nuevo petróleo, México enfrenta un serio rezago en ciberseguridad. Los ataques a sistemas gubernamentales y corporativos evidencian nuestra vulnerabilidad ante actores que buscan explotar la falta de protección en infraestructuras críticas. La creación de un entorno digital seguro debe convertirse en una prioridad nacional.
El quinto riesgo, el cambio crítico en los sistemas terrestres, como la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos naturales, es un riesgo que México conoce de cerca. Por ejemplo, la reducción en un 20% de los mantos acuíferos en el norte del país ya afecta tanto al consumo humano como a las actividades agrícolas. La deforestación, la contaminación de cuerpos de agua y la sobreexplotación de recursos agravan una situación que podría derivar en crisis sociales y económicas. La transición hacia una economía más verde y sustentable no es opcional, es una necesidad impostergable. Un ejemplo destacado es la adopción de energías renovables en estados como Yucatán y Baja California, donde parques solares y eólicos están comenzando a transformar la matriz energética. Este tipo de iniciativas deben ampliarse a nivel nacional con un enfoque integral que involucre a comunidades locales y garantice su sostenibilidad a largo plazo.
Ante este panorama, ¿qué podría hacer el gobierno de Claudia Sheinbaum para enfrentar estos riesgos? Primero, es crucial que el gobierno de Claudia Sheinbaum fortalezca las instituciones clave, en lo social, económico y ambiental, garantizando sus recursos suficientes y capacitación especializada para responder ante riesgos crecientes. La seguridad nacional, la protección civil y los organismos encargados de la gestión de riesgos requieren más recursos, capacitación y autonomía operativa.
Segundo, se debe priorizar la inversión en infraestructura resiliente. Esto incluye la modernización de sistemas de drenaje urbano en ciudades vulnerables, así como la construcción de obras que puedan resistir fenómenos meteorológicos (cada vez más intensos y más frecuentes), particularmente en regiones con alto riesgo climático. Tercero, el gobierno debe implementar programas educativos enfocados en pensamiento crítico y alfabetización digital, aprovechando las escuelas públicas como plataformas para desarrollar una ciudadanía más preparada frente a la desinformación y la polarización social. Fomentar el pensamiento crítico y la alfabetización mediática ayudará a combatir la desinformación.
Cuarto, es fundamental crear una estrategia nacional de ciberseguridad liderada por expertos, que incluya la actualización de protocolos para proteger infraestructuras críticas, así como iniciativas para capacitar a empresas privadas en la prevención de ataques cibernéticos. Finalmente, el gobierno de Sheinbaum debe fortalecer la cooperación internacional, estableciendo alianzas con organismos multilaterales y gobiernos extranjeros para acceder a mejores prácticas en gestión de riesgos, tecnología climática y ciberseguridad. Compartir mejores prácticas y coordinar respuestas puede marcar la diferencia en un entorno global tan interconectado.
El gobierno de México no está solo en este reto: empresas, ONGs, academia y sociedad en general están sumados. Sin embargo, nuestra capacidad para enfrentar los riesgos necesitará del fortalecimiento de políticas públicas para la correcta identificación y gestión de riesgos, garantizando un futuro más seguro y próspero para todos los mexicanos. Si queremos ser resilientes en un mundo cada vez más complejo, necesitamos voluntad política, inversión estratégica y, sobre todo, acción inmediata.
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Nota del editor: Pablo Necoechea es experto en innovación, sustentabilidad y responsabilidad social empresarial. Es Licenciado y Maestro en Desarrollo Económico por la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Maestro en Innovación y Competitividad por Deusto Business School, Maestro en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, y Doctor en Economía y Gestión de la Innovación del Programa Interuniversitario de la Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es Director Regional de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey para CDMX y Región Centro Sur. Síguelo en X como @pablonecoechea y/o escríbele a pablonecoechea@gmail.com Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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