Para los consumidores y las grandes empresas, el bienestar animal ha pasado de ser un estándar ético a un imperativo comercial. No es casualidad, sino una señal clara de mercado que PepsiCo, Nestlé, Unilever y McDonald’s, entre otras empresas con presencia global, se hayan comprometido hace varios años con abastecerse de huevos de gallinas no enjauladas.
Bienestar animal, un imperativo estratégico de negocios

Bajo marcos globales como el Consejo de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad (SASB) y la Iniciativa de Informes Globales (GRI), se espera que las empresas divulguen cómo abordan los riesgos sociales y ambientales en sus cadenas de suministro, incluido el tratamiento de los animales, como las prácticas de producción basadas en el confinamiento, como son las jaulas. Y en ese sentido, inversionistas, consumidores y compradores están conscientes de su capacidad para exigir transparencia y responsabilidad en las dimensiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Un compromiso creíble con el bienestar animal mitiga los riesgos regulatorios y de reputación, mejora el desempeño ESG y atrae capital de inversores que priorizan la sostenibilidad, además genera confianza en los consumidores que quieren garantías de que sus elecciones alimentarias no perpetúan la crueldad.
Durante décadas, la agricultura animal industrial en México y en todo el mundo ha priorizado la productividad y las ganancias sobre el bienestar de los animales. Por ejemplo, las gallinas en la industria del huevo están confinadas en jaulas tan pequeñas que no pueden extender sus alas; las cerdas madres pasan la mayor parte de su vida confinadas en jaulas que impiden el movimiento. Estas prácticas tratan a los animales como meras unidades de producción, ignorando su sensibilidad y sus necesidades más básicas.
Es momento de trazar una línea contra la crueldad normalizada y aceptar que los animales deben mantenerse en condiciones que proporcionen los estándares más básicos de bienestar animal.
Además, el bienestar animal no es un gasto sino una inversión estratégica, genera resiliencia, mejora el valor de la marca y se alinea con las tendencias globales hacia una conducta empresarial responsable.
Las empresas que ignoran esta transformación se enfrentan a una competitividad decreciente y a un menor acceso a mercados de alto nivel.
México tiene una gran oportunidad de liderar esta transformación. Más de 100 empresas se han comprometido a hacer la transición a huevos libres de jaulas; estos compromisos están impulsados no solo por la ética, sino también por las expectativas de los inversores y los clientes.
Al producir alimentos que cumplan con las expectativas más éticas y del mercado, podemos conciliar el desarrollo económico con la responsabilidad social, medir el progreso no solo en la producción o los márgenes de ganancia, sino también en el bienestar de los animales, lo cual es esencial para construir un sistema alimentario más humano.
La próxima frontera será la trazabilidad completa y la verificación independiente, con esquemas de certificación aceptados a nivel mundial para la producción sin jaulas. La demanda cada vez mayor de los consumidores es una clara evidencia de que los alimentos que compran no son producto de prácticas crueles. Las marcas que brinden esta garantía obtendrán una ventaja competitiva y elevarán los estándares de bienestar animal en todo el sector.
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Nota del editor: Arianna Torres es gerente de programas, relaciones corporativas y políticas públicas en Humane World for Animals. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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